Por Cristina Arias
Autoconocimiento
En medio de un cálido y lejano desierto vivía un estricto rey de exóticos gustos, quien coleccionaba valiosísimas joyas, lujosas capas confeccionadas con las telas más finas, y sus platillos se preparaban con especies provenientes de tierras lejanas.
Se acercaba su cumpleaños 50 y planeaba una gran fiesta llena de lujos y detalles.
Para ello, mandó pedir desde la Antártida una gran roca de hielo y citó al mejor escultor de su reinado con la intensión de que le hiciera una obra especial para esa ocasión.
El artista, entusiasmado y halagado de que el excéntrico rey le hubiera confiado la singular tarea, preguntó al Rey qué escultura habría de hacer, el Rey firme contestó:
“Haz lo que tú quieras, el cincel es tuyo. Haz que me sienta orgulloso de ti”.
El escultor desbordaba de emoción, le habían confiado con completa libertad una valiosísima pieza para una importante ocasión.
Una vez retirado el rey, el escultor sosteniendo el cincel en mano, exploraba las infinitas posibilidades en las que podía convertir el trozo de hielo… un dragón, una sirena, un barco o un león. Pasaban las horas y como es de esperarse, el hielo comenzó a derretirse; su falta de decisión y determinación arruinaron su posibilidad de lo que pudo haber sido gran obra.
Para esculpir un dragón en el hielo, había que renunciar a hacer una sirena o un barco…hoy en día queremos hacer tanto, que nuestro trozo de hielo no toma una forma definida. A veces no nos damos cuenta del universo de posibilidades que tenemos frente a nosotros, contamos con una valiosísima pieza para hacer de ella una obra maestra.
Representamos al rey cuando buscamos la felicidad con cosas externas, representamos el trozo de hielo al tener la posibilidad de convertirnos en nuestra mejor versión y al mismo tiempo, representamos al artista ya que con nuestra disciplina y acciones le damos forma a nuestra obra.
A lo largo de la vida, se nos presentan distintas oportunidades para hacer de nosotros diferentes obras maestras. Nuestro trozo de hielo siempre puede cambiar de forma según la etapa de vida.
Y tú, ¿qué has hecho con tu trozo de hielo? ¿Qué escultura te gustaría hacer de ti?
*Primero, ser conscientes de nuestra etapa de vida, nuestras habilidades, gustos y aptitudes actuales. Aceptemos nuestros dones, no los anulemos.
*Elijamos una de las diferentes posibilidades que tenemos en este momento.
*Trabajemos entusiastas en pulirnos y darnos forma día a día, dirigiendo nuestros esfuerzos en hacer de nosotros la mejor versión del momento, cuidando de no forzarnos a ese perfeccionismo que “aprieta”, todo con su justo equilibrio.
*Para más inspiración, es válido buscar un modelo a seguir o un mentor para guiarnos al logro de nuestros objetivos y metas según nuestras habilidades. Para mí, los mejores métodos son las dinámicas de autoconocimiento y hacernos preguntas claves, entre otros.
*Seamos compasivos con nosotros mismos y sintámonos cómodos desempeñando el papel de nuestra propia escultura.
Cuidemos nuestro cuerpo, nutramos nuestra mente y espíritu con contenido que nos haga crecer y, sobre todo, desarrollemos los talentos y dones para crecimiento propio y de los demás.
Comienza hoy a esculpir tu obra maestra en ti, siéntete orgulloso de ti.
Conócete, acéptate, ámate.
Nota: "La historia del Rey no es de mi autoría, mas me inspiró a escribir esta reflexiòn"
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