Por María Isabel Uribe V.
Psicóloga Clínica
Ha sido muy importante ver la evolución de los estados de salud mental después de la pandemia. Los que trabajamos en esta área, reconocemos que diferentes trastornos se han disparado, principalmente la ansiedad y la depresión, junto con algunos otros.
El aislamiento que tuvimos que vivir, así como las muertes ocurridas, dejaron una serie de emociones que tienen que ver con el miedo y también la tristeza. No pocos de nosotros tuvimos que despedir a amigos y familiares que desafortunadamente perdieron la vida.
A todos nos llegaron estas vivencias como una confrontación a nuestra vulnerabilidad. Y, aunque ha pasado el tiempo y afortunadamente se pudo llegar a la contención del virus, esta experiencia dejó en la memoria colectiva emociones y sentimientos irresueltos, que en el momento actual se están mostrando tanto en niños, adolescente, hombres y mujeres adultos y personas de la tercera edad. Todos hemos sido afectados de alguna manera. Algunos han desarrollado mejores respuestas mientras que, en otros casos, ha sido importante que encuentren apoyo psicológico.
Es muy importante que vayamos haciendo una evaluación en cada una de nuestras familias y, que cada uno de los miembros que la componen, revisen si tienen los siguientes síntomas:
· Sentir lo que llamamos nerviosismo, notar que se ponen pelos de punta, de no atenderse, esto desencadenará en un trastorno ansioso.
· No ser capaz de controlar o de manejar adecuadamente las preocupaciones.
· Dificultad para relajarse.
· Miedo excesivo para tomar decisiones.
· Miedo a enfermarse y tener que acudir a un hospital
· Tener dificultad para hacer amigos, principalmente en adolescentes.
· Sentirse poco queridos y atendidos en general.
· Tener problemas para mantener atención
· Llanto sin motivo aparente, o ante situaciones que consideramos nimias.
· En casos importantes, la persona puede presentar, sudoración y respiración agitada
· Aumento de palpitaciones del corazón.
· Insomnio, dolor de cabeza.
Es importante saber que la ansiedad generalizada, puede presentarse a cualquier edad.
Como seres humanos, ante situaciones traumáticas, cualquier persona y a cualquier edad, puede desarrollar un trastorno de ansiedad con crisis de pánico.
Algunas familias se ven en general bien, y es uno de los miembros, algunas veces el más callado, otras veces el más iracundo, quienes desarrollan síntomas. Son los representantes de la situación traumática vivida.
Hoy más que nunca, tenemos que “abrir los ojos” y darnos cuenta si dentro de nuestro círculo familiar y amigos, hay quien se encuentre teniendo algunos de los síntomas antes mencionados.
Acudir al servicio de psicología o de psiquiatría, no quiere decir que se encuentran discapacitados mentalmente, esta idea tenemos que desterrarla totalmente. Los seres humanos tenemos sentimientos, emociones y pensamientos que nos pueden enfermar. En esos casos, necesitan atención de los especialistas en estos padecimientos.
¡Podemos regresar a tener la salud mental que todos merecemos!
Que tengan una excelente vida.
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