por: Luz Elena Picos
Desear lo mejor para el grupo humano integrado por quienes desde el Tercer Sector, servimos a nuestras comunidades, es un deber cívico, social y moral, entre otros.
Recién se inician los dos meses de campañas políticas. Si se observa y escucha a los candidatos (disculpen por no usar el femenino y masculino, los que saben manejar correctamente el idioma, tienen claro que están incluidos en la expresión) lanzar sus ofertas cada vez más desproporcionadas. No toman en cuenta que desde el 2018 nuestra Patria está gobernada a lo largo y ancho de su extensión territorial por ahorradores de lo indispensable y gastadores de lo superfluo.
Aquí ya lo hemos escrito, los Organismos de la Sociedad Civil, que generalmente sufren las carencias de efectivo y tienen exageradamente muchos más compromisos de los que con tranquilidad económica podrían cumplir.
Durante más de 30 años las instituciones ciudadanas han dado muestras de no tener esas necesidades.
Han ido creando programas para captar fondos y recurrido a fundaciones extranjeras que generosamente patrocinan programas que benefician a distintos sectores, incluyendo a grupos marginados o muy vulnerables.
La enorme mayoría de los funcionarios beneficiados con el voto, no tienen tras de sí (salvo excepciones) experiencias de servicio, de compromiso social, de ayuda a esos grupos con necesidades extremas. Han sido líderes sindicales, políticos o comunitarios que trabajan para mejorar sus barrios, colonias o en el mejor de los casos, las escuelas en donde estudian sus hijos. Todo eso es bueno porque de alguna forma se suman para solucionar problemas concretos, en beneficio de su entorno social.
Las Organizaciones de la Sociedad Civil, en cambio han ido surgiendo a través de los años para trabajar en favor de grupos humanos con distintas problemáticas que los gobiernos no han podido solucionar. A pesar de que hay leyes que mandatan a la autoridad la atención y solución de los problemas. En algunos casos son aspectos que al atenderse, ayudan al desarrollo integral de niños, adolescentes y adultos. Por ejemplo impulsar el deporte, la cultura, atender a distintas enfermedades que la autoridad no la descubre, para citar una sola: la Hemofilia.
Hasta antes del 2018 en que el partido de Andrés Manuel López Obrador, obtuviera “carro completo” en las elecciones, la situación era distinta. Las autoridades habían aprendido a trabajar en unidad con las instituciones ciudadanas. No era la panacea, pero si se podía intercambiar ideas, aportar sugerencias, ser escuchados.
Gracias a ello surgieron leyes interesantes como la del Desarrollo Social, la que protegía a la Mujer a una Vida Libre de Violencia. Había programas que beneficiaba a Niños y Mujeres con Cáncer, creación de Albergues para Mujeres y Niños maltratados, entre muchos que atendían necesidades con la meta de solucionarlo.
El próximo 6 de julio, después de haber escuchado a todos los candidatos y analizado como sociedad, todo lo perdido en estos dos últimos años, estaremos listos para emitir un voto bien analizado. Escoger entre seguir sufriendo decisiones gubernamentales que nos arrebaten logros o recuperar lo perdido. Decidamos con el voto, no dejemos que nos gobierne la abstención. (lep)
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