Por María Isabel Uribe Velasco.
Psicóloga Clínica
Para los mexicanos, hablar de noviembre es hablar del día de muertos, tradición donde se dice que se tocan dos mundos o dimensiones, el de la vida y de la muerte.
Si algo es importante para el ser humano es vivir y nuestra celebración es para recordar a los que se fueron, deseando que por un momento regresen con nosotros (espiritualmente), pues su ausencia es dolorosa. También nos hace recordar que somos finitos, que la vida hay que cuidarla y prolongarla lo más que podamos.
Hasta aquí todos coincidimos, solo que desde mi punto de vista también se abre otro tema que la mayoría de las veces no queremos ni mencionar, sin embargo, es importante hacernos la pregunta: ¿Qué pasa con aquellos que ya no desean vivir?
El deseo de morir también forma parte de la vida. Algunas personas, cuando tienen situaciones de vida difíciles y éstas no cambian, sino que pareciese que continúan (o que empeoran), sienten deseos de no existir. La mayoría de las veces logran trascender esa idea, también los problemas y dejan de pensar así. Desafortunadamente hay personas que no lo logran, en ellos la idea de la muerte persiste hasta tomar decisiones que yo llamaría desafortunadas. Y lo digo así, porque lo que les pasa a estas personas (y desconocen), es que lo que tienen es una enfermedad, como sería una gripe, diabetes o hipertensión arterial o cualquiera donde su cuerpo no está funcionando de manera adecuada. Algo sucedió para que dejara de segregar sustancias bioquímicas (que el cuerpo de forma natural produce) y se enfermó, este caso se llama depresión.
Esta enfermedad tiene diferentes orígenes y algunos de ellos se suman. Mencionaré algunos.
La Depresión puede ser por situaciones hereditarias o por situaciones que provocaron tal estrés, que estas sustancias se alteraron y, como en una cadena de eventos, las sustancias dejaron de funcionar de forma normal y como resultado quitaron los deseos de vivir.
En ocasiones el ambiente también es importante, situaciones tales como atravesar por una pérdida, tanto de un ser querido, económica o laboral, pueden desencadenar que el cuerpo enferme.
Es conocido que durante las estaciones de otoño e invierno, las personas se sienten deprimidas, y si están ya cursando con algunas de las situaciones antes mencionadas, la depresión se agravará. Esto es porque en esas estaciones, la tierra está más lejos del sol que en el otro lado del mundo; el sol es sumamente importante para el funcionamiento bioquímico del cerebro, ya que cuando los rayos solares no nos llegan de forma igual, se crean cambios desde hormonales como neurológicos.
El cuerpo deja de segregar sustancias bioquímicas y a la persona le crea un malestar tan doloroso, que quiere dejar de existir para no sentirlo.
Afortunadamente, la ciencia médica ha encontrado sustancias farmacológicas que permiten que ese cuadro de enfermedad remita y, sumado a la intervención psicológica, se resuelve el tema mental de forma integral sanando a la persona.
Como toda enfermedad (particularmente ésta que pone en riesgo la vida), requiere de profesionistas con un conocimiento importante en el tema, para que la puedan diagnosticar y tratar.
Por lo general, el tratamiento debe ser interdisciplinario ya que, en la mayoría de los casos, se requiere de la intervención psicológica y psiquiátrica.
En la siguiente publicación ampliaré el tema.
Que tengan una excelente vida
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