Por: Javier Prieto Aceves
Los poetas captan con su mirar intenso toda la belleza, del amor y del bien, pero también nos sorprenden con el contraste paradójico de que aún después de aceptar el predominio de la paz en la naturaleza, es posible sentir grandes dolores. Estos se deben a esos golpes tan grandes que pueden darse en esta vida a los que se refirió otro poeta. Destacamos aquí al poeta Eduardo Carranza que va de la paz al dolor en este hermoso soneto:
Todo está bien: el verde en la pradera,
el aire con su silbo de diamante
y en el aire la rama dibujante
y por la luz arriba la palmera.
Todo está bien: la frente que me espera,
el azul con su cielo caminante,
el rojo húmedo en la boca amante
y el viento de la patria en la bandera.
Bien que sea entre sueños el infante,
que sea enero azul y que yo cante.
Bien la rosa en su claro palafrén.
Bien está que se viva y que se muera.
El Sol, la Luna, la creación entera,
salvo mi corazón, todo está bien.
Eduardo Carranza, colombiano, 1913-1985
Está bien que se viva y que se muera… salvo mi corazón, todo está bien, He ahí la conclusión sorprendente. En cambio, el poeta jalisciense Enrique González Martinez, va por el camino contrario: de la duda y la tragedia, a la paz. Después de un intenso dolor, nos sorprende al decir que ha visto la tierra en paz:
DOLOR
Mi abismo se llenó de su mirada,
y se fundió en mi ser, y fue tan mía,
que dudo si este aliento de agonía
es vida aún o muerte alucinada.
Llegó el Arcángel, descargó la espada
sobre el doble laurel que florecía
en el sellado huerto... Y aquel día
volvió la sombra y regresé a mi nada.
Creí que el mundo, ante el humano asombro,
iba a caer envuelto en el escombro
de la ruina total del firmamento...
¡Mas vi la tierra en paz, en paz la altura,
sereno el campo, la corriente pura,
el monte azul y sosegado el viento!
ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ, Jalisciense (1871-1952)
En este último soneto después del verso dramático que expresa la duda de “si este aliento de agonía /es vida aún o muerte”, nos sorprende diciéndonos ¡Mas vi la tierra en paz, en paz la altura, sereno el campo, la corriente pura, el monte azul y sosegado el viento!
En ambos sonetos: uno de la paz al dolor y otro del dolor a la paz existe el heroísmo de la resignación, al estilo Beethoven. Es claro que los artistas, en este caso los poetas, miran la vida a fondo y sus imágenes nos lanzan a sentirla a fondo.
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