LOS “PERMISITOS” QUE NOS DAMOS
- Fernando Maroño
- hace 7 días
- 3 Min. de lectura

Si yo les preguntara hoy si existen áreas de su vida en la que ustedes crean que pueden mejorar a partir de mañana, seguramente la gran mayoría, si no es que todos, responderían que sí.
Lo curioso de esto, es que aún sabiendo que podemos (y en muchos casos, debemos) mejorar, no tomamos los pasos necesarios para hacerlo.
Y la razón por la que no lo hacemos, es por que nos encanta estar cómodos.
La vida parece feliz cuando las cosas son fáciles.
El problema es que la vida no funciona así.
Todos tenemos necesidades, deseos, aspiraciones y sueños, y todos queremos cubrir esas necesidades, cumplir nuestros deseos, llegar a lo que aspiramos y lograr nuestros sueños.
Y para eso, sin importar el momento de tu vida en que estés, ni las condiciones en las que te encuentres, necesitas cambiar y mejorar en pos de aquello que necesitas, deseas, aspiras y sueñas.
Entonces, nos decidimos a ahorrar, a bajar de peso, a mejorar nuestra salud, a tener menos estrés, a crecer profesionalmente, a aprender algo nuevo, a dormir mejor, a tener relaciones interpersonales más valiosas, en fin… _____________________ (llena aquí lo que necesitas, deseas, aspiras o sueñas).

Y al principio llenos de entusiasmo iniciamos el camino a eso que decidimos hacer para mejorar, hasta que llegan los “permisitos” que nos damos.
Ejemplo:
¡¡El lunes me pongo a dieta!!
Y todo el lunes, martes y medio miércoles comemos lechuga, atún y verduras cocidas… hasta que el miércoles por la tarde resulta que es cumpleaños de un compañero de trabajo, de alguna comadre o amiga, en fin… ¡¡y ni modo de no comer al menos “una rebanadita” de pastel!! O vamos al Oxxo por leche y ni modo de no llevar unas papitas para ver una serie de Netflix al rato, y a las papitas se les pega una “coquita de vidrio” ¡¡y ni modo de no tomarla!!
Otro ejemplo:
¡¡Necesito empezar a ahorrar para mi futuro!!
Y compramos una alcancía y echamos en ella todas las moneditas que nos sobran, empezamos a llevar una lista de gastos, abrimos una cuenta de ahorros, ponemos bajo el colchón una cantidad semanal para tenerlo como “guardadito”, en fin, cualquiera de estas u otras opciones… hasta que vemos que viene un concierto de Luis Miguel y ¡hay que comprar boletos porque se acaban!, que están en “oferta” los zapatos que nos encantaron el otro día y ¡hay que aprovechar la oferta!, que nos da flojera cocinar y al cabo tengo antojo de comer fuera, que ya casi no tengo ropa en el closet (aunque está lleno a reventar), que vas al Costco por papel de baño y sales con dos carritos llenos de cosas que “seguramente vas a necesitar”, en fin… nos gastamos lo que queríamos ahorrar.
Un ejemplo más:
¡¡Me estoy haciendo viejo, necesito cuidar mi salud!!
Y nos inscribimos en el gimnasio, nos compramos ropa nueva para ir al dicho gimnasio, compramos vitaminas, suplementos (de esos que te salen en Facebook), decidimos levantarnos tempranito para salir a correr, caminar, pedalear o lo que sea… y con todo el ánimo del mundo empezamos nuestra nueva rutina hasta que amanece frio, nublado, la cama está calientita, me duele todo porque ayer caminé tres cuadras, en fin… dejamos de hacer ese ejercicio y de tomarnos esos suplementos (están bien caros, no nos sirvieron, tardan mucho en llegar) y nuevamente caemos en nuestra rutina fácil y cómoda.
¿Ven para donde voy?
Todos los días nos damos “permisitos” para no hacer aquello que realmente mejoraría nuestras vidas si realmente hiciéramos lo necesario hasta el final para lograrlo.
La diferencia entre quién eres y quien quieres ser, se encuentra en lo que haces. Por eso debes tomar en cuenta que solo existen dos decisiones en la vida: aceptar las cosas tal como son o aceptar la responsabilidad de cambiarlas y con eso mejorar lo que queremos mejorar
Recuerda, el 99% de los fracasos son de personas que tienen el hábito de poner excusas, o sea, los que se dan “permisitos” que no les permiten avanzar.
Todo en la vida tiene un precio, y las cosas mas valiosas no se pueden pagar con dinero. Hay que pagar con fe, con lucha, con mucho esfuerzo y a veces también con dolor, incomodidad y sufrimiento… a salirse de la zona de confort, aunque muy poca gente esté dispuesta a lo anterior, quieren las cosas fácilmente.
¿Y tú estás dispuesto a pagar el precio?
¿Quieres lograr esos sueños, tener resultados, aprovechar las oportunidades? Entonces, ¡corre el riesgo! ¡haz lo necesario! ¡toma acción! ¡sal de tu zona de confort! ¡¡DEJA DE DARTE PERMISITOS!!
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