Por: Alicia Huerta

“Hacer una crónica es como platicar con tu máquina de escribir como si fuera tu mejor amiga.” – Giraldes
Nada más cierto que eso. Sin hacer comparaciones, yo, en mi trayectoria como cronista de sociales de diferentes medios, eso era lo que sentía al teclear. Sentía que me estaba comunicando con mi mejor amiga para platicarle mis vivencias.
Son las cuatro de la tarde, 1972, o 70, o 73. La plaza se encuentra hasta el reloj, según el argot taurino, que quiere decir hasta el gorro. Las mujeres empiezan a llegar a la plaza guapísimas, luciendo el vestido que escogieron especialmente para ese domingo, el sombrero de estreno, los zapatos ad hoc, la sonrisa resplandeciente de quien sabe que va a pasar un día inolvidable.Para saludar a todo Tijuana y a visitantes de diferentes puntos de la República.
La banda empieza a tocar “Cielo Andaluz”, el pasodoble tradicional del inicio de la corrida de toros, de la fiesta brava, de la tradicional, ahora vapuleada, fiesta de los toros.Una tradición en Tijuana y todo México, pero especialmente en esta ciudad que le dio la bienvenida a Valeriano Salceda Giraldes, el máximo cronista taurino de la historia, sin temor a equivocarnos. Un hombre estudioso y dedicado a su pasión, que era la fiesta brava, con un conocimiento extraordinario y una memoria más que privilegiada para datos, fechas, toros, toreros, hazañas y todo cuanto estuviera relacionado con la tauromaquia. Valeriano Salceda lo sabía.
“Ese hombre es una enciclopedia caminando”, me decía el licenciado Rubén Téllez Fuentes, mi director en el periódico El Sol de Tijuana, juez de plaza por años y gran amante de la fiesta brava, conocedor también, pero como él decía: “Nunca voy a tener la memoria de Giraldes”.
Tiempos maravillosos en que la gente de Tijuana se reunía los domingos en la plaza de toros, ya sea en el Toreo de Tijuana o en la Plaza Monumental a la orilla del mar, y siempre en la entrada, estoico recibiendo la ovación del respetable, como se dice también en el argot taurino, estaba Giraldes. Siempre presente en la plaza, saludando a todo el mundo, platicando con todo el mundo, contestando preguntas, haciendo comentarios y deleitando a todos los presentes con su sabiduría y su conocimiento de la fiesta.
Valeriano Salceda nació un 4 de abril de 1931 en la Ciudad de México y llegó a Tijuana en 1960, invitado por el propietario de la Plaza Monumental de Playas de Tijuana, el mayor López Hurtado, quien lo trajo a esta ciudad con la finalidad de que narrara la inauguración de la Plaza Monumental. Llegó acompañado de su esposa, Conchita.
(Fue el 26 de junio de 1960, con la corrida inaugural que tuvo como cartel a los matadores Alfonso Ramírez "El Calecero" y Rafael Rodríguez, "El Volcán de Aguascalientes").Giraldes se sentiría orgulloso de mí.
Y así se quedó, como todos quienes llegan a Tijuana y saben valorar el suelo que pisan.Así, después de una prometedora carrera como cronista joven en la Ciudad de México, inició lo que sería su trayectoria en todos los medios de comunicación: radio, televisión, periódico e incluso las redes sociales.
Narraba las corridas de toros con una sensibilidad de pocos. Tuvo un programa que se llamaba Sol y Sombra en los últimos años, los sábados por la 1550. Estuvo en Canal 12, estuvo en Televisa y era un ser envidiable, conocedor y ameno para conversar. Te podías sentar a platicar con él y estarte horas y horas escuchando las historias, las anécdotas de los toreros, de los ganaderos, de las corridas. Era un cúmulo de conocimiento viviente.
Hombre respetuoso, caballeroso, educado y muy plantado, al que no le gustaba andar con “payasadas”, decía. De carácter fuerte a pesar de su gentileza.Él se convirtió en la referencia taurina no sólo de Tijuana, sino de toda la República. Difícilmente ha existido otro cronista como él.
Recuerdo aquellas tardes cuando la alta sociedad tijuanense llegaba a las 3:30 de la tarde luciendo sus mejores galas, como ya lo mencionamos, a la plaza para disfrutar de la música, de los pasodobles, de alguna bebida espirituosa o algún traguito de tequila previo a la corrida.Muchas amigas me confesaron, debo decirlo, que realmente la fiesta brava no era lo suyo, pero la fiesta sí lo era. La plaza estaba a reventar; era una tradición para los tijuanenses asistir a las corridas de toros y, después de la corrida, al motel La Sierra a seguir con la fiesta.
Pero Giraldes no. Giraldes se iba a un restaurante, tal vez Bodegón de Guillermo, tal vez a Matteotti, a continuar con los taurinos serios, con los conocedores como él, con sus amigos amantes de la fiesta brava, con quienes compartía los comentarios taurinos propios posteriores a la corrida. Era un disfrute escucharlo hablar, y ahora, a los 94 años, se ha ido dejando un gran capítulo de la historia de Tijuana con sus vivencias.
En 2013 se le rindió un homenaje en la Casa de la Cultura, organizado por Cultura sin Fronteras, que encabezaba en ese tiempo Antonio di Carlo, y donde la Orquesta de Baja California tocó por primera vez el pasodoble de Giraldes. Con su enorme modestia, se conmovió profundamente por este, según él, inmerecido, pero muy merecido homenaje.
Muchos de ustedes, queridos lectores, saben de lo que hablamos. Las nuevas generaciones sólo deben saber que hay que sentirse orgullosos de que nuestra ciudad tuvo al mejor cronista taurino de la historia, Valeriano Salceda Giraldes, de una sensibilidad única e irrepetible.
No sé, querido lector, si seas detractor de la fiesta o aficionado. Lo único que te puedo decir es que ha sido un honor que Tijuana haya tenido un cronista taurino considerado como el mejor del mundo.
Commentaires