Por Liliana Fischer
La comunicación es la acción consciente de intercambiar información entre el emisor y el receptor, con el fin de transmitir o recibir un mensaje que está codificado.
Para decodificar hay que entender las palabras, lo que significan y en que contexto se trasmiten. ¿Cómo se simboliza y se recibe el mensaje?
La palabra fractal significa “roto”. La comunicación fragmentada, es cuando el mensaje se recibe dividido o seleccionado y representa algo distinto a lo que se comunicó.
¿Qué sucede con nuestra comunicación interna? Cuando mentalmente nos decimos algo y accionamos algo diferente, no es coherente. ¿Estamos escuchando? el oído es el primer órgano que se forma en el bebé dentro del vientre materno. Vibramos el primer sonido que escuchamos, el latido del corazón de la madre.
Del pensamiento se genera la idea, del decreto se emite una energía sonora que conecta con las células del cuerpo. Cuando sientes ese mensaje, se envía una señal magnética espiritual y cuando vibras, atraes esa frecuencia en ti y en los demás.
La comunicación verbal y gestual es básica para desarrollar vínculos, afectos y relaciones. La comunicamos interna coherente es necesaria. ¿Cómo nos relacionamos con otros desde una comunicación fragmentada?
María Adela Palcos, creadora de Río Abierto, nos comparte que cuando empezó a percibir los mensajes del cuerpo entendió mucho de ella misma. “El cuerpo está mucho más cercano a la mente intuitiva que al intelecto, creando otro nivel de sabiduría”. Ella menciona que finalmente podía permitir que las emociones afloraran mediante el cuerpo, hablando a través del movimiento. Retener las emociones es la causa principal de las trabas psicofísicas, afirma Palcos.
María Esborraz, psicoanalista, dice: “El amor es una construcción cultural, no hay amor en lo real”. Se parte desde lo familiar, lo cultural y social para esa formación y definición de lo que es amor y vínculo, se introyectan a los padres las palabras, afectos hablados y silenciados.
Walter García, psicoterapeuta psicoanalítico, expone su hipótesis sobre la Huella Sonora, ese sonido de lo no datable que permanece; esa melodía, ruido, silencio, lo hablado, lo escrito, la constelación familiar que nos remite al originario. La herencia sonora, primera partida de momentos míticos que marca al individuo, a su lenguaje interno y desarrollo de amor propio e identidad.
Hay que ser sensibles, utilizar nuestros sentidos y emociones para construirnos y deconstruirnos, para amarnos a pesar de las áreas oscuras para atender y crecer. Hay que reconocer, entender, atender, y asegurar de tener una comunicación interna coherente de manera holística.
¿Cómo es nuestra comunicación interna? ¿Nuestra comunicación es fragmentada o coherente? ¿Qué comunicación externa tenemos? ¿Cómo decodificamos los mensajes? ¿Asumimos o preguntamos lo que no entendemos? ¿Escuchamos a nuestro cuerpo? ¿Ponemos atención a esa huella sonora?
¿Comunicación interna fragmentada o no? ¿Comunicación productiva, abierta o cerrada? ¿Habrá que aclarar y concienciar nuestro lenguaje interno?
El trabajo personal a través del psicoanálisis, acompañado del proceso creativo en la creación de mi obra, me ha permitido rescatar, trabajar a profundidad, hacer consciencia y sanar. Me ayuda a desanudar las emociones, a atender y a aclarar mi lenguaje interno y externo.
Queda claro que tenemos que escuchar nuestro lenguaje interno para poder escuchar la canción del infante, del adolescente y del adulto con atención, con cuidado, y escuchando las vibraciones hasta del silencio, para poder entender, acompañar, dialogar empáticamente desde el amor con uno mismo y con los demás.
Como dice la canción de Caloncho: “Somos instantes un ratito nada más, seres fugaces que llegan y se van”. A aprovechar los instantes.
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